La aparición del COVID-19 y la primera (y esperemos que última) cuarentena debida a la crisis sanitaria ha derivado en una gran cascada de problemas económicos y sociales que, desde luego, nos obligarán a modificar nuestra forma de vida.
Después de casi 60 días de confinamiento en nuestros hogares, la gran mayoría de nosotros no hemos tenido las posibilidades de cubrir los requerimientos básicos de actividad física. Hemos sufrido cambios tanto a nivel fisiológico como físico tras todos estos días de inactividad, que se han ido acentuando poco a poco a lo largo del tiempo.
La brusca vuelta a la actividad el pasado sábado 2 de mayo con el permiso de ejercitarse al aire libre ha hecho visible la necesidad de un adecuado control del ejercicio por parte de profesionales especializados en ello.
Una dinámica sedentaria e inactiva durante 2 meses de confinamiento ha hecho que nuestros cuerpos se acostumbren y adapten a esa nueva rutina. Un salto brusco hacia prácticas físico-deportivas como el running o el entrenamiento de fuerza de forma no progresiva y descontrolada puede derivar en lesiones y sobrecargas que nos vuelvan a frenar en esa ansiada vuelta a la normalidad.
Debemos ser conscientes de que este confinamiento ha tenido consecuencias a nivel físico y fisiológico que deben ser recuperadas a través de unos procesos progresivos y óptimos, controlados por educadores físicos cualificados, además de un asesoramiento y control por parte de un buen equipo de fisioterapeutas.
Por otro lado, las medidas de control sanitario a las que debemos adaptarnos, se vuelven complicadas en entornos multitudinarios en los que la limpieza está difícilmente asegurada. Desde Sanaya hemos puesto todo nuestro empeño en garantizar un entorno lo más aséptico y seguro posible en nuestros servicios.
La inclusión protocolos de limpieza de calzado, manos y control de temperatura a la entrada del centro, turbinas de extracción de aire de alta potencia, material desinfectado individual y separado para cada cliente en el área de entrenamiento y equipos de protección individual como mascacarillas, pantallas, guantes o batas hidrófugas de olefina para evitar al máximo el riesgo de contagio dentro del centro.
Daniel Méndez Ramallo - Entrenador y readaptador